Kenny Lavacude - Director Ejecutivo
Oct 15, 2022
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“La dulzura, cuando es sincera, es una fuerza invencible". - Marco Aurelio
De mi difunta abuela, María, tengo muchos recuerdos, pero uno en especial conservo con mucho cariño: mi abuela olía a dulce, era dulce. Mi abuelita vivió y murió en Ibagué, su tierra natal, y se ganaba la vida haciendo y vendiendo dulces, especialmente deliciosas panelitas de leche y cocadas. Las panelitas eran color miel o blancas, recuerdo, y siempre cuadradas.
"El dulce nos recuerda la infancia y, en la madurez de la vida, el dulce nos devuelve a esos bellos años cuando éramos niños".
Al menos una vez al año, cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, la abuela llegaba a nuestra casa en Bogotá cargada de panelitas de leche y de cocadas, y además, hacía muchas más mientras estaba de visita. Por eso el recuerdo de mi abuela es dulce. Mi abuela olía a dulce, era dulce.
Ese recuerdo me hace pensar en la relación entre lo dulce y la felicidad, entre lo dulce y la calma y la alegría y la paz. El dulce nos recuerda la infancia y, en la madurez de la vida, el dulce nos devuelve a esos bellos años cuando éramos niños. De alguna manera el dulce nos ayuda a mantener nuestra infancia.
Hasta la Biblia recurre al dulce para hablarnos de lo mejor y más hermoso de la vida y de la existencia.
El libro de los Proverbios (16, 24), por ejemplo, nos dice “panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los huesos”. Y también (24, 13) “Come miel, hijo mío, porque es buena; sí, la miel del panal es dulce a tu paladar. Sabe que así es la sabiduría para tu alma; si la hallas, entonces habrá un futuro, y tu esperanza no será cortada”.
También el papa Francisco acude al sabor dulce para hablar de la palabra de Dios, cuando nos dice “La dulzura de la Palabra de Dios nos impulsa a compartirla con quienes encontramos en nuestra vida para manifestar la certeza de la esperanza que contiene”.
Ojalá este mes de octubre nos permita un reencuentro con el niño o la niña que somos o que fuimos y que podamos saborear la dulzura de una edad de inocencia y de gracia donde todo se ve como posible, sobre todo la felicidad.
"...reencuentro con el niño o la niña que somos o que fuimos y que podamos saborear la dulzura de una edad de inocencia y de gracia donde todo se ve como posible".