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Transformar está en nuestras manos
“Un sueño no se hace realidad a través de la magia; toma sudor, determinación y trabajo duro".
Colin Powell
Quejas, quejas, quejas, muchas, variadas y permanentes. Tanta quejadera de la gente cansa, desmotiva y hasta aburre. No es que las quejas sean malas por sí mismas o que no puedan ser correctas o justificadas, es que son demasiadas y por todo. Son una plaga, una epidemia.
Nos hemos acostumbrado a quejarnos por todo, a echar culpas y a delegar a otros soluciones que muchas veces están en nuestras manos.
"Transformar la realidad, construir entornos personales, familiares y comunitarios mejores está en nuestras manos, en nuestra mente".
Recuerdo una historia que leí hace un tiempo: un niño pequeño se cayó y se dio un golpe en la cabeza con la pata de una mesa. El niño se puso a llorar, la mamá lo levantó y le dijo a la mesa: mesa tonta, le has hecho daño a mi hijo, toma, toma y toma (y le pegó a la mesa). Eso nos puede estar pasando, proyectamos nuestras deficiencias en otros, a veces incluso en seres inertes.
Transformar la realidad, construir entornos personales, familiares y comunitarios mejores está en nuestras manos, en nuestra mente. Solo hace falta ver, pensar y ponernos en movimiento para que todo vaya a más y a mejor: trabajar más, movernos más, leer más, pensar más, querer más, ayudar más… Eso sí cambia realidades. La crítica, las habladurías, la creación de enredos, el chisme, la murmuración no generan nada positivo y sí hace que las personas se sientan infelices y las comunidades se estanquen.
El camino real hacia el cambio es el trabajo permanente, comprometido y justo; ya lo decía el papa Francisco: “Reflexionar y trabajar todos juntos, como seguidores de Jesús que sana, para construir un mundo mejor, lleno de esperanza para las generaciones futuras”.