Trabajo = Amor

Hablar del trabajo desde una perspectiva pastoral nos invita a tener presente un sentido propio del que hacer en nuestras labores diarias, es decir, laborar, trabajar, cumplir con unas funciones propias asignadas, deben llevarnos a un sentido reflexivo, centrado en las preguntas ¿Para qué trabajo? ¿Cuál será mi objetivo al trabajar?, las repuestas seguramente serán diversas y estarán basadas en experiencias vividas.

Trabajar, laborar, cumplir unas funciones asignadas (o como quieras llamar a esta acción), nos mueve a una reflexión de lo aportado tanto a los demás como a nosotros mismos; cada experiencia vivida nos ha dejado una enseñanza propia, nos ha permitido formarnos y formar, y es que desde nuestro ser de FSA trabajar es sinónimo de AMOR, entrega, formación, vocación. Sentir que nuestro trabajo está unido al amor es hablar de la acción propia de Jesús entre nosotros, el sentir que desde el señor de la portería pasando por cada uno de los colaboradores y hasta el cargo más alto aquí existente, trabajar es pensar en formar, es sentir que todos aportamos a las experiencias significativas de cada uno, es sentir que somos maestros entre todos.

Jesús como ejemplo de MAESTRO e hijo adoptivo de José (patrono de los trabajadores) siempre mostró ese amor en cada una de las labores y acciones a ejemplo de su padre en la tierra. Y es que José, desde su ser de carpintero, dignifica el trabajo enseñándonos que no existe labor menor y que cada uno de nosotros puede hacer extensivo el amor de Dios como instrumentos al servicio del otro.

En la Fundación San Antonio, trabajar es extender el amor de Dios, es enseñar y aportar a cada uno de los niños, niñas y adolescentes, acompañándolos por la senda de la consolidación de sus proyectos de vida para que sean personas buenas y contribuyan a una sociedad buena.