
Kenny Lavacude - Director Ejecutivo Fundación San Antonio
Mar 10, 2023
“La primera llamada de Dios es a la vida; con ella nos constituye como personas; es una llamada individual, porque Dios no hace las cosas en serie. Después Dios llama a la fe y a formar parte de su familia, como hijos de Dios". - Papa Francisco
El lenguaje es vivo y por lo tanto, cambia con el paso del tiempo. Algunas palabras que usábamos en el pasado han perdido vigencia o desaparecido, mientras que surgen nuevas cada día.
Aló es una de esas palabras que apareció a finales del siglo XIX, cuando se inventó el teléfono. Al parecer su origen es francés (allô) y de ahí pasó al inglés (hallo). En español quedó como la conocemos: aló.
"Digamos "aló" y que esa sea la llamada del amor, la que hacemos y la que recibimos".
Es verdad que las generaciones más jóvenes no suelen decir aló para contestar el teléfono, pero, en todo caso, es una palabra muy extendida, muy conocida y muy usada.
Podrían decirse muchas cosas sobre esa palabra y el impacto que produce cuando la pronunciamos o la escuchamos, pero quedémonos con las sensaciones bonitas: “aló mijo, cómo está”, dice la mamá y se nos alegra el día y nos sentimos amados y protegidos. "Aló", dice la persona amada y nos sentimos reconocidos, más amados y acompañados. “Aló, queremos decirle que ha sido elegido para el puesto”, y se nos arregla la vida y nos llenamos de esperanza. “Aló, mami, “Aló, papi”, y el mundo se llena de colores y alegría.
En este tiempo de Cuaresma queremos recibir y producir muchos aló que llenen de alegría a las personas solas, tristes, necesitadas, agobiadas, angustiadas.
"...respondamos esa llamada del amor que nos viene del buen Dios..."
Digamos "aló" y que esa sea la llamada del amor, la que hacemos y la que recibimos. No nos contentemos con un frío mensaje vía WhatsApp o, peor aún, con suponer que la otra o el otro saben lo que pensamos, lo que queremos decir o que no nos necesita. Demos el paso y hagamos la llamada del amor o respondamos esa llamada del amor.
También, y sobre todo, respondamos esa llamada del amor que nos viene del buen Dios, que, como dice la Sagrada Escritura: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap 30,20)
"En este tiempo de Cuaresma queremos recibir y producir muchos aló que llenen de alegría a las personas solas, tristes, necesitadas, agobiadas, angustiadas".