Kenny Lavacude - Director Ejecutivo
Oct 15, 2022
“La virtud humana no es la del cuerpo, sino la del alma, así la felicidad será una actividad del alma". - Aristóteles
He tenido la oportunidad de ver personas tristes en fiestas, en paseos, en banquetes, en cines. Y también he podido ver gente serena, optimista y esperanzada en funerales, en tragedias, en hospitales.
¿De qué depende entonces la felicidad? ¿Qué nos hace realmente felices? Estas preguntas pueden tener muchas respuestas según el especialista que las responda, el pueblo o la cultura desde donde se abordan o el momento en que se formulen.
"¿De qué depende entonces la felicidad? ¿Qué nos hace realmente felices? "
No obstante, parece que hay unos rasgos predominantes que tienen las personas felices, veamos:
Se aceptan como son.
Aceptan la realidad.
Son compasivos.
Tienen un gran sentido del humor.
Tienes amistades mental y emocionalmente sanas.
No culpan a las otras personas por sus errores.
Hacen ejercicio y se alimentan bien.
Saben perdonar.
Tienen objetivos en la vida y trabajan para alcanzarlos.
Esta lista muestra poca relación entre la felicidad y el tener o el hacer; al contrario, parecería que mientras menos apegos tenemos y más compartimos, más felices podemos ser. El Papa Francisco explica esta paradoja de la siguiente manera:
“El camino de la felicidad comienza contra corriente: es necesario pasar del egoísmo al pensar en los demás. Estar tristes, decían los padres del desierto, es casi siempre pensar en sí mismos. De esta manera, observa Francisco, “cuando la vida interior se encierra en los propios intereses” y no “hay espacio para los demás” no se goza más de “la dulce alegría” del amor. En efecto, “no se puede ser felices solos”. El Papa invita a redescubrir la generosidad, porque “porque Dios ama al dador alegre” (2 Cor. 9,7).
Es necesario vencer la tentación de encerrarse a sí mismo, de aislarse, creyéndose autosuficientes, porque todos tenemos necesidad de fraternidad. La vida adquiere sentido “en buscar el bienestar del prójimo” deseando la felicidad de los demás: “Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, esto es ya suficiente para justificar el don de mi vida”.
No nos esforcemos por ser felices; esforcémonos por los demás y la felicidad vendrá por añadidura.
"Es necesario vencer la tentación de encerrarse a sí mismo, de aislarse, creyéndose autosuficientes, porque todos tenemos necesidad de fraternidad".