ANDRÉS FELIPE VILLAR - COORDINADOR GENERAL DE PASTORAL
Oct 15, 2022
Las escuelas son espacios que nos preparan para afrontar los retos del mundo, además están llamadas a ser espacios seguros, donde niños, niñas y adolescentes estén protegidos y puedan desarrollarse de la mejor manera; pero las escuelas están también llamadas a interactuar con la realidad social. De nada sirven centros educativos de excelente calidad académica en los cuales los estudiantes no interactúen con, y conozcan su entorno; de nada sirve crear una “burbuja” académica que simplemente estudie la realidad desde el papel y no desde el contacto.
Este llamado toma una especial importancia en el caso de las Escuelas Católicas. Una de las principales esencias del mensaje Evangélico de Jesús es el compromiso social, es el “Amar al prójimo como a ti mismo”. Esto nos debe interpelar y nos debe cuestionar ya que, como dice el Papa Francisco “Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”. (Evangelii Gaudium, 201.)
Ahora bien, considero de vital importancia resaltar dos objetivos concretos que deben tener las Escuelas Católicas a la hora de establecer una acción de compromiso social. El primero es, por supuesto, el impacto que buscamos lograr. Como institución queremos incidir en nuestro contexto y nuestra realidad, queremos aportar algo, queremos que nuestras intenciones de un mundo mejor se materialicen en acciones concretas que contribuyan a ese mundo mejor.
El segundo objetivo es el formar a nuestros alumnos en la caridad. Como institución educativa nuestra prioridad son nuestros estudiantes y nuestro compromiso social no debe estar desligado de nuestro proceso formativo sino que por el contrario debe ser parte de él. Creemos que la acción y la experiencia son de las grandes herramientas educativas, por lo cual, al generar experiencias caritativas en las que nuestra institución ayude a poblaciones necesitadas, estamos generando en cada uno de nuestros alumnos la experiencia educativa de sensibilizarse sobre las diferentes realidades sociales y aportar desde su individualidad por una mejor sociedad.
Cuando nos centramos exclusivamente en el primer objetivo podemos caer en un asistencialismo; o, podemos llegar a considerar que si no tenemos una gran cantidad de recursos económicos, no tiene sentido ayudar, ya que no generaremos un impacto.
"Es precisamente cuando logramos el equilibrio entre ambos objetivos que logramos la labor de la Escuela Católica, formar excelentes personas cimentadas en el mensaje de Jesús que apoyen a la construcción de un mundo mejor".
Con esta visión olvidamos que todos tenemos algo que aportar sin importar nuestra situación y que el compromiso social no está solo en el aporte económico. Si por el contrario nos centramos en el segundo objetivo, podemos caer en una romantización e instrumentalización de la pobreza y de las dificultades sociales, ya que nuestras ayudas terminan sin eficacia y utilizando a la población seleccionada para transmitir un mensaje educativo.
Es precisamente cuando logramos el equilibrio entre ambos objetivos que logramos la labor de la Escuela Católica, formar excelentes personas cimentadas en el mensaje de Jesús que apoyen a la construcción de un mundo mejor.