Andrés Felipe Villar - Coordinador General de Pastoral
Aug 12, 2022
Nos encontramos en un contexto cambiante, en el cual muchos de los paradigmas básicos de la sociedad occidental están siendo cuestionados. En el caso de la educación, los modelos educativos tradicionales también se encuentran en este punto coyuntural de cambio de paradigma. Dentro de ese cuestionamiento es momento de preguntarnos ¿Qué mundo queremos dejar para las próximas generaciones? Es con base en esta pregunta que podremos identificar los retos que tiene la educación hoy.
Además de este cuestionamiento general frente a los sistemas educativos, al analizar la situación concreta de la Escuela Católica surgen otras dificultades específicas. En primer lugar el aumento en la cobertura, calidad y confianza frente al sistema de educación pública, aunque un gran logro de las sociedades modernas, ha puesto en amenaza a la Escuela Católica; esto se une a unas condiciones demográficas de disminución de natalidad lo que lleva a una disminución en las matrículas. Por otra parte varias empresas multinacionales han permeado los mercados educativos con modelos estandarizados replicables, tomando así gran fuerza en la oferta educativa. Por último debemos con tristeza reconocer que los escándalos relacionados con la Iglesia han llevado a una pérdida de confianza de la sociedad actual en la Escuela Católica.
"De este modo, integrando la búsqueda de sentido, con los demás requerimientos de la sociedad en términos educativos, la Escuela Católica permanecerá como un baluarte en el siglo XXI".
Es por lo tanto momento de dejar de estirar el pasado para innovar, sin esto la Escuela Católica está condenada al fracaso.
Surgen entonces algunos desafíos para dicha innovación y el garantizar la presencia de la Escuela Católica en el siglo XXI. Lo primero es poder integrar la identidad y misión propiamente católicas de las instituciones con las pedagogías modernas y los requerimientos de calidad propias de la educación actual. Además, es vital el educar en inteligencia espiritual, humanismo, el cuidado de la casa común y para una ciudadanía responsable; pero principalmente es necesario educar en el desafío de ser significativos, es decir en la búsqueda y reconocimiento de proyectos de vida cargados de sentido. Es especialmente en este último elemento en el cual la Escuela Católica se debe destacar. De este modo, integrando la búsqueda de sentido, con los demás requerimientos de la sociedad en términos educativos, la Escuela Católica permanecerá como un baluarte en el siglo XXI.