Me dirijo a ustedes con el fin de compartir mi agradecimiento por este tiempo de vivir en el hogar de María Inmaculada.
Hoy recuerdo el primer día que entré a la casa en compañía de mi mamá , buscando un lugar donde poder vivir durante mi etapa universitaria y hoy puedo decir ¡Claro que viví! Viví experiencias que hoy solo le puedo dar gracias a Dios y a la vida por darme este regalo, para muchas puede ser solamente la residencia, pero para mí es ¨mi casita¨ de la que todos los días me siento orgullosa y quiero por tantas cosas lindas que me ha regalado. En inicio el cariño hacia las hermanas, el aprecio, preocupación, ternura y oraciones que todos los días dirigen para el bienestar de las niñas y jóvenes que vivimos aquí. Así mismo las amistades que he podido crear con algunas chicas de la casa, donde sin importar de donde son, que estudian y su manera de ser o vestir han hecho darme cuenta que una sonrisa es la mejor carta de presentación, que a pesar de todas las diferencias, tenemos algo en común y es cuidar la una de la otra en esta ciudad donde lastimosamente pasan cosas a diario que lamentamos como sociedad, pero también es aquella ciudad que es donde cada una de nosotras podemos crecer como profesionales y personas forjando nuestro carácter a través de nuestras decisiones, porque estamos al alcance de todo pero que bueno que seamos capaces de seguir luchando por un interés en común y es contribuir a la comunidad.
Viví momentos que jamás podré olvidar y recordaré con amor para toda mi vida, ya que cualquiera no puede contar que vive con muchas universitarias y con monjitas… Y si, la pregunta siempre está ¿No es aburrido? Y mi respuesta también concuerda todas las veces ¨para mi es una bendición y la mejor experiencia que como joven y mujer se puede vivir¨, aquí aprendí a tomar el orden de mi vida, de mi espacio y de mis pensamientos, aprendí que la soledad es tu mejor compañía cuando trabajas en ti, aprendí que tu puedes ser la diferencia entre los millones de personas del mundo y que tu vida va a reflejar cada una de las cosas buenas que pasan, tener de vecino a nuestro amado Dios, el conocer la responsable de toda esta gestión de caridad que es Santa Vicenta María y poder llevar su testimonio a cada uno de mis pacientes y personas que conozco.
Nunca olvidaré cada acto de ayuda hacia mí, sus consejos, sus oraciones, sus favores prestados y también la confianza que alguna de las hermanas me brindó, el poder compartir algo de mi vida con ustedes y ser escuchada. Ahora solo espero algún día volver y ser el orgullo para todas ustedes como se que lo son todas las chicas que se han graduado y realizado su vida, solo me queda pedirles que oren por mí, por mi carrera y el trabajo que desempeñaré el resto de mi vida que tiene muchos riesgos y sentimientos que invaden mi corazón, elegí ser terapeuta respiratoria para devolverle el respiro a todo cada aquel que lo necesito, un respiro de salud, un respiro de Dios, un respiro de escucha y un respiro de bondad.
Por último, su labor es el acto de amor más cercano a Dios en la sociedad, porque no cualquiera abandona su vida por venir a ayudar a que otra joven la realice, que valientes y serviciales son por entregar cada día su vida a nosotras, pido perdón por si alguna vez sintieron una falta de respeto de mi parte o de cualquiera de mis compañeras. Cuenten con mis oraciones a Diario, mi amor más sincero y respetuoso hacia ustedes por siempre.
Gracias
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