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El sacrificio como camino
“La cruz es el camino que conduce de la tierra al cielo. Quien se abraza a ella con fe, amor y esperanza se siente transportado a lo alto, hasta el seno de la Trinidad".
Santa Teresa Benedicta de la Cruz
En estos tiempos en los cuales los cristianos celebramos el misterio de la Pascua del Señor, es decir, su pasión, muerte y resurrección para la salvación del pueblo de Dios, recordamos el sacrificio de quien siendo Dios se hizo hombre sufriente. Conmemoramos y celebramos el testimonio del Dios hecho hombre que nos muestra el camino de la gloria a través del sacrificio de la cruz. De esa manera somos conscientes de que la vida, si es vida auténtica, es vida crucificada. De esa manera somos conscientes de que la vida, si es vida auténtica, es vida crucificada. El valor del sacrificio es, entonces, uno de los valores centrales de nuestra vida cristiana.
No obstante, el sacrificio cristiano de hoy no significa -o no debería significar- la muerte violenta o la sangre, sino la entrega día a día de nuestro trabajo, de nuestras sencillas acciones tanto personales como familiares, laborales o comunitarias.
"El sacrificio es un camino, muchas veces largo y duro, para alcanzar una meta que vale la pena, porque en ella nos jugamos la vida: la propia y la de los demás. A veces el sacrificio es el único camino".
La noción de sacrificio se emplea para nombrar un esfuerzo -grande o pequeño -que realiza una persona, ya sea para alcanzar un objetivo, ayudar a otros, lograr un cambio, transformar o transformarse. Sacrificarse, en este sentido, puede llegar a implicar poner en riesgo la propia vida o incluso entregarla. Pensemos, por ejemplo en el médico que se expone a contraer una enfermedad contagiosa, a la madre que cuida de su hijo enfermo día y noche, el soldado que cuida un pueblo, el profesor que trasnocha preparando las clases, la religiosa que se interna en la selva para evangelizar, el/la joven que se hace voluntario o el/la deportista de élite que apenas descansa.
El sacrificio es un camino, muchas veces largo y duro, para alcanzar una meta que vale la pena, porque en ella nos jugamos la vida: la propia y la de los demás. A veces el sacrificio es el único camino.